Una nueva muesca vital, un nuevo reto conseguido, una nueva experiencia en un mundo muy interesante; los paisajes que se disfrutan, algunos inaccesibles de otra forma que no sea con tus propias piernas, realmente, llegas a apreciar la naturaleza en estado puro.
Ya me conocéis y sabéis que soy una persona muy metódica y calculadora y en este caso es totalmente necesario que haga una breve reseña de los entrenamientos realizados para poder entender lo que ocurrió el día D y a la hora H.
Tras 16 semanas de actividad física el sufrimiento, (palabra que repetiré seguro más adelante), ha sido mínimo, especialmente viniendo de preparar un sub 3 horas en la maratón.
Básicamente había 2 tipos de ritmos en los 4/5 días semanales de running:
· Ritmo suave: A 5:30 el kilómetro, es decir, a unos 11 km/h
· Ritmo muy suave: A 6:00 el kilómetro, esto es a 10 km/h
Mi objetivo desde el comienzo fue entrenar a unos 10 segundos más rápido del marcado o uno 10 minutos más cada día. Parece banal, pero todo suma. Además, metí + 1.400 metros de desnivel positivo medio todas las semanas.
Así, y a modo de resumen, puedo decir que las tiradas largas, es decir todos aquellos días donde he superado las 2 horas (13 días), tendrían estos datos:
Tiempo
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Km
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Media
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Tiradas largas
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39:31:04
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396
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0:05:59
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Tiempo
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Km
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Media
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Resto
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73:26:14
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813
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0:05:25
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Tiempo
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Km
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Media
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SUMA
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112:57:18
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1.209
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0:05:36
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En resumen, creo que se puede afirmar que estaba preparado para correr muchas horas a 5:59, o más lento, pero desde luego no a 5:25.
La Carrera – Previos
El viernes al mediodía pasé a buscar a Mario, un amigo de la infancia con el que volví a coincidir en Las Palmas tras 25 años sin vernos. Gracias a él, me enganché de nuevo a la competición, y entre ambos “urdimos” el plan para correr la Madrid Segovia.
Tras la típica comida en un italiano, nos pasamos a por los dorsales y estuvimos toda la tarde preparando las diferentes mochilas que podíamos repartir en el recorrido. En mi caso, decidí dejar en Cercedilla (km 64), algo de comida en forma de geles, un chubasquero, otro par de calcetines, y el material obligatorio para pasar la noche en caso de que las cosas fueran mal; frontal, luz trasera intermitente, manta térmica y silbato.
Javi que venía de Londres se nos unió ya en casa un poco más tarde y los 3 compartimos un buen plato de pasta, mientras veíamos como la selección de baloncesto perdía contra Francia en las semifinales del Europeo. A la cama prontito y a descansar.
Me levanté con fuerza, sin molestias de ningún tipo, y muy animado, así que tras llenar las diferentes cantimploras, nos dirigimos a la línea de salida ubicada en Plaza de Castilla.
Como anécdota, y aprovechando una mejora reciente de WhatsApp, decidí crear un grupo con mis familiares y amigos más próximos o que más han vivido estos últimos meses de sacrificio.
Salida – Manzanares
A las 8:30 se daba la salida y al menos en este punto tengo muy buenos recuerdos, pues me puse en primera fila, y salgo en toooodas las fotos.
(Foto de Sebastián Navarrte) |
(Foto de Sebastián Navarrte) |
5 minutos después pongo el primer mensaje de voz en el grupo de WhatsApp. Llevamos un kilómetro y me han adelantado 15 personas que están corriendo a 4:48; rapidísimo! Me dejo caer y me uno a Javier Nuñez, un experto corredor con muy buenas marcas y puestos en carreras de montaña de gran nivel. Me dice que hay que ir tranquilo, que en el kilómetro 30, casi todos los de delante estarán KO. Este fue mi primer error. Confiado en que mi piernas estaban más descansadas, y que había mucha gente que adelantar, forcé demasiado la máquina hasta el kilómetro 30. Mi tiempo hasta ese punto estaba en torno a 5:25 el kilómetro. La primera maratón la pasé a 4:02:00, y claro, el daño ya estaba hecho. La musculatura no aguantaría hasta el final, y el rosario de calambres fue constante hasta entrar en la línea de meta. Ahora entenderéis mis explicaciones sobre la importancia en los ritmos de los entrenamientos.
Para colmo de males, intenté gestionar el problema a base de sales para los calambres, sin descuidar la alimentación con geles, pero cuando no gastas, el cuerpo no digiere todo lo que entra y al final es un círculo vicioso donde nada funciona como debería.
Volviendo a la carrera, al pasar por Colmenar Viejo, recibo la sorpresa de ver a Pedro y Paloma que me animaron muchísimo.
Salgo a tope pero llegando a Manzanares, comenzaron los problemas serios. Mi compañero de viaje hasta ese momento, ya me había avisado de que estábamos pasando por la parte más dura de la carrera, que culminaba con la subida a la Barranca, cerca del pueblo de Navacerrada.
Rafa me envía un mensaje por el WhatsApp “Acabo de escuchar los audios y el ritmo de tu carrera, usa la cabeza y baja ese ritmillo un poquito!!!!” Sabio consejo que no escuché.
Manzanares-La Barranca:
Es un paraje de unos 17 kilómetros, sin ninguna sombra, y donde pica muchísimo para arriba.
La Barranca y La Bola del Mundo |
En esos momentos envié un audio donde hablaba de retirada; no estaba disfrutando para nada, y mi objetivo era el de bajar de 11 horas, no el de arrastrarme para terminar.
La Barranca – Cercedilla:
Había decidido tirar la toalla en Cercedilla, pero este tramo me dio algo de vida, pues quitando una rampa de unos 500 metros, el resto es casi todo bajada y se utilizan otros grupos musculares diferentes, que en mi caso no estaban tan castigados.
En Cercedilla, casi por instinto, pedí la bolsa del avituallamiento especial que había dejado y me senté en el suelo como pude, (en serio que hasta el hecho de sentarme me parecía imposible por los tremendos dolores que llevaba). Al intentar estirar, lo único que conseguía es que me saltaran otros músculos menores y que me retorciera de dolor.
Cercedilla – Alto de la Fuenfría
Con este panorama, y sacando fuerzas desde lo más profundo de mi ser, me levanté y comencé a correr, muy lentamente, para dejar atrás el polideportivo. A los 200 metros, entro en colapso total, de nuevo los músculos de las piernas me sacuden con calambres y me apoyo contra un muro intentando estirar algo los gemelos. La gente se paraba para preguntarme; acababa de salir del avituallamiento, que fue largo, y estaba mucho peor que al entrar. Entonces empecé a leer los mensajes en el móvil, (MUCHAS GRACIAS A TOD@OS DE CORAZÓN), y a pensar en que psicológicamente, y en estos tiempos de dificultad que nos ha tocado vivir, era preferible terminar arrastrándome que abandonar. Como dije, cuanto más duro es el camino, mayor es la recompensa.
Paso a paso, fui ascendiendo hacia el Alto. Me adelantaron al menos 20 corredores, que andaban más rápido que yo. El estómago se fue asentando, y los pinchazos remitiendo. Lo más importante, recuperé el buen humor.
La subida fue larga, pero ya entre pinos, sin tanto calor, y con unas vistas impresionantes, nada podría conmigo.
Alto de la Fuefría - Segovia:
24 kilómetros en 2:08:00 a 5:20. Con esto se resume todo. Al coronar, me tiré en tromba hacia Segovia. Conocía el recorrido perfectamente, cada fuente, cada cambio de perfil, y más o menos, con el agotamiento físico y parando de vez en cuando para estirar, adelanté a los 20 que antes me habían pasado y a otros 10 más.
Sólo a la entrada de Segovia, a falta de un kilómetro, tuve un nuevo percance en forma de tirón, que de nuevo me hizo gritar, y del que tardé varios minutos en recuperarme, perdiendo algunas plazas, pero teniendo muy claro, que lo había dado todo, lo cual me quitaba ese sabor agridulce que arrastraba desde Manzanares.
La entrada en meta es algo mágico; en bajada, de repente se abre el Acueducto majestuoso a tu derecha, y entre un pasillo de gente que anima a rabiar, haces los últimos 20 metros hacia la izquierda para que salgas en la foto.